« PLEGARIA EN EL 2º DOMINGO CUARESMA |
XX DOMINGO ORDINARIO
«NO HE VENIDO A TRAER PAZ SINO DIVISIÓN»
En los últimos años se habla y se escribe constantemente sobre la paz. Manifestaciones, encuentros, vigilias de oración, congresos, movimientos a favor de la paz…, un amplio abanico de gestos salen de los labios y de los corazones de millones de personas para pedir la paz.
Quizá parezca desconcertante el evangelio de hoy. El Jesús de la paz, de la comprensión; el Jesús respetuoso con el hombre que nunca coaccionó su libertad de decisión; el Jesús manso y humilde de corazón, aparece hoy como un Jesús radicalizado que anuncia sin miedo que, por Él, el mundo se dividirá y no sólo el mundo sino la misma familia. El tiempo ha terminado por darle la razón.
De forma distinta Jesús había dicho lo mismo en otros momentos, baste recordar su frase: “el que no está conmigo está contra mí”. Podemos creer o no, pero lo que es cierto es que desde que el Hijo de Dios se hizo hombre, los hombres se han distinguido por ser o no ser cristianos.
Nos encontramos de nuevo con la paradoja
La palabra “paz” aparece frecuentemente en el NT.:
– Ya en el nacimiento de Jesús, el mensaje de los ángeles habla de “paz a los hombres de buena voluntad” (Lc.2, 14)
– En la séptima Bienaventuranza se dice: “Bienaventurados los que hace la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios”.
– La paz es un don de Jesús: “La paz os dejo, mi paz os doy, no como el mundo la da os la doy yo” (Jn. 14, 27)
El primer mensaje del resucitado a los discípulos es: “Paz a vosotros” (Lc. 20, 19; 24, 36)
Otros muchos pasajes nos hablan de paz. Esto nos indica que era fundamental para Jesús y su mensaje.
Sin embargo, al encontrarnos con el pasaje bíblico de hoy vemos un fuerte contraste: Por un lado, Jesús aparece como el que trae la paz por antonomasia, como algo fundamental; y por otro, dice que “no ha venido a traer la paz”.
¿Cómo da el mundo la paz?
La paz que da el mundo se enmarca en el equilibro de armamentos, en el miedo, en los intereses. Esta paz es fruto, más bien de un miedo. No es ésta la paz que quiere Jesús, no es una paz en libertad, sino en miedo y amenaza.
Posiblemente la paz que busca el mundo no sea la de Jesús, sino más bien tranquilidad o la no perturbación que surge de un pacto, a lo mejor en contra de la verdad o de la justicia. Una paz que surge por miedo al conflicto sin más.
¿Cómo ofrece Jesús la paz?
Jesús ofrece una propuesta para que todos los hombres vivamos unidos y no actuemos como una isla donde cada uno vaya a lo suyo, sino que, al contrario, sepamos crecer desde la fraternidad. Esta paz que nos ofrece el Señor se fundamenta en la verdad, para construir un mundo de amor, y esto sin duda, choca con los intereses egoístas del mundo.
Por eso Jesús dice que ha venido a traer división, conflicto. Quiere que realmente venga la paz pero para ello no recurrió ni a las armas ni a la violencia, sino que presentó la verdad con toda su fuerza ante los fariseos. Una paz sin verdad, no es la paz que trae Jesús.
Jesús fue signo de contradicción. Predicaba el amor, la entrega, la ternura..., pero al mismo tiempo, traía un mensaje de libertad y fraternidad, que convertía el amor en fuego: “vine a traer fuego a la tierra y cuánto deseo Yo que arda”. Un fuego que quema y purifica.
Debemos vivir la paz en el corazón, purificando nuestros sentimientos e intenciones, para que nuestras obras no se fundamenten ni en la venganza ni en los intereses, sino en la fraternidad y en el respeto.
Jesús, de cara a construir la paz, señala tres grandes medios:
– El perdón (Mt. 5, 43-47)
– La corrección fraterna (Mt. 18, 15-18)
– La sospecha sobre uno mismo (Mt. 4, 23-26)
La carta a los hebreos nos pide a los cristianos que quitemos lo que nos estorba, el pecado que nos ata, y nos exhorta a que tengamos los ojos fijos en la meta, que no es otra cosa que Jesús, que no se acomodó a un estilo de vida fácil. Él nos trae el mensaje que incluye dentro de sí la paz y el fuego, el amor y la verdad para cada uno de nosotros y para la humanidad entera.
Que Santa María, Reina de la paz, ruegue por nosotros.
+ MONS. JOSÉ MARÍA CONGET