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Ago
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HE VENIDO A TRAER FUEGO A LA TIERRA
El fuego del cual habla Jesús es el fuego del Espíritu Santo, presencia viva y operante en nosotros desde el día de nuestro Bautismo. Este –el fuego– es una fuerza creadora que purifica y renueva, quema toda miseria humana, todo egoísmo, todo pecado, nos transforma desde dentro, nos regenera y nos hace capaces de amar. Jesús desea que el Espíritu Santo estalle como el fuego en nuestro corazón, porque, sólo partiendo del corazón, el incendio del amor divino podrá extenderse y hacer progresar el Reino de Dios.
(Angelus de S.S. Francisco, 14 de agosto de 2016).