« PLEGARIA EN EL 2º DOMINGO CUARESMA |
PENTECOSTÉS
Eres, Señor, inundación, eres derroche. Como una linfa silenciosa empapas todo lo que es y lo que somos. Eres un Dios vertido. Déjame recogerte; como pepitas de oro... cribarte en las arenas del río de la vida.
Que yo te busque, te halle y te regale, como oro escondido, que no es mío; es de todos. No permitas, Señor, que Te acaudale, Te reserve y Te guarde. Que no me satisfaga el cuidarte y limpiarte como pieza curiosa de un museo para el turismo humano...
Enséñame a perderme. Y que me pierda. Dispón de lo que es Tuyo. Viérteme donde quieras, Señor, con tus dos manos. Siémbrame, sin medida, a tu voleo. Que no me guarde, trigo, sin pudrirme y sin dejar espiga, que engrose tu granero. Que del pan, que Tú eres y me haces, se han de saciar miles de hambres...
Toma Señor, lo que me diste y lo más Tuyo y mío: mi poder decidir sobre mí mismo. Decido ser amor y gracia como Tú. ¡Eso me basta!
Ignacio Iglesias, sj