« PLEGARIA EN EL 2º DOMINGO CUARESMA |
XIII DOMINGO ORDINARIO
El cristiano es un seguidor de Jesús. El Bautismo nos configura con Él. Podemos decir con San Pablo: "Ya no vivo yo. Cristo vive en mí". Y toda la vida cristiana consiste en seguir, en cada momento, las huellas de Jesús.
Hoy el Evangelio nos sitúa en la marcha de Jesús hacia Jerusalén, hacia su muerte y resurrección. Somos compañeros de camino. Vemos, oímos, aprendemos.
Valentía de Jesús
"Cuando se iba cumpliendo el tiempo de ser llevado al cielo, Jesús tomó la decisión de ir a Jerusalén".
En el reloj de Jesús había una hora que resonaba con fuerza en toda su vida. Para eso había venido. Morir y resucitar era su destino. Al Señor le daba miedo. La hubiera querido retrasar. Incluso que no sonara aquella hora. "Pase de mí este cáliz". Pero era su camino. El que le había trazado el Padre. Y hoy le vemos tomar esa decisión de ir a la muerte.
– Frente a un cristianismo con rebajas, vivido bajo mínimos, tan corriente entre nosotros, Jesús nos enseña a tomar decisiones valientes. Un cristiano renueva esta conciencia y esta decisión de seguidor muchas veces en la vida.
Reacciones poco cristianas
"Envió mensajeros por delante... para prepararle alojamiento... Pero no lo recibieron porque se dirigía a Jerusalén".
Judíos y Samaritanos se despreciaban por cuestiones religiosas. Por eso se cerraron en Samaría a acoger a Jesús. Jerusalén para ellos no era una ciudad bien vista.
– Los cristianos tenemos experiencia de gentes que no se fían de nosotros por ser cristianos. A nuestras propias organizaciones de servicio social no se las trata generosamente. ¿Cómo reaccionamos?
"Santiago y Juan, discípulos suyos, le preguntaron: ¿quieres que mandemos bajar fuego del cielo...? Él se volvió y les regañó"
Los discípulos reaccionan con intolerancia, con espíritu vengativo. Jesús les riñe. Quería otro talante para los suyos. A pesar de que no siempre nos hemos sabido comportar con esa riqueza de sentimientos, la Iglesia como Jesús, quiere ser maestra de tolerancia.
– Siempre tendremos que defender nuestros derechos. Cristianos y no cristianos somos iguales ante la ley. Pero nunca la violencia, ni en palabras, ni en obras, entra en el modo de ser cristiano.
Entusiasmo y realismo
Aparecen en el camino tres seguidores de Jesús. Dos se ofrecen. A uno lo llama directamente el Señor. A los tres les hace caer en la cuenta que la decisión de seguirle tiene que ser incondicional.
"Te seguiré... Jesús le responde: ... los pájaros tienen nidos, pero el Hijo del Hombre no tiene donde reclinar la cabeza"
No basta el entusiasmo del arranque, hace falta medir las fuerzas y re- novar, día a día, el compromiso. La vida cristiana es un cara a cara con Jesús. Me conozco, le conozco, me aventuro, le pido. La empresa es difícil, pero compensa y merece la pena. También nosotros le decimos hoy: "Te seguiré a donde vayas”. “A otro le dijo: Sígueme..." Déjame, primero enterrar a mi padre... Deja que los muertos entierren a los muertos..."
Jesús quería un seguimiento incondicional. No se trataba del entierro del padre. Sino de esperar a que se muriera.
Jesús quiere que sigamos firmando en blanco y desde que sentimos que Él nos llama. Un ahora inapelable.
"Te seguiré, Señor pero déjame despedirme de mi familia... El que echa la mano en el arado y sigue mirando atrás, no vale para el Reino de Dios.
Los seguidores tenemos que mirar adelante. Es bueno lo que dejamos, es mejor lo que cogemos. Caminamos siempre en confianza y esperanza.
Como María decimos ¡Sí! y sabemos que no nos faltará la fuerza del Espíritu Santo.
+ MONS JOSÉ MARÍA CONGET