« PLEGARIA EN EL 2º DOMINGO CUARESMA |
DOMINGO 17 C
Pongo ese título para llamar la atención. Y para que hoy, domingo de verano, en que todo parece un poco más superficial, caigamos en la cuenta de que merece la pena orar. No buscarle a la oración cosas que la sustituyan, sino saber dirigirnos directamente a Dios, "hablando con Él, cara a cara, como un hombre con su amigo", como se dice de Moisés, (Exo. 33.11).
- Jesús orante
"Una vez que estaba Jesús orando..." El Evangelio, repetidas veces, nos habla de cómo Jesús oraba. Sólo y acompañado. En la Sinagoga y en la montaña. Cuando estaba contento, daba gracias y cuando asomaba la cruz pedía fuerzas. Hizo oración de petición, de gratitud, de alabanza. Pidió al Padre por Él, por los Apóstoles, por nosotros los creyentes, por sus enemigos, por todos. Si leemos a San Lucas, constantemente nos encontraremos con citas, que nos hablan de su oración. Incluso se nos cuenta su actitud externa. Rezaba con los ojos levantados al cielo, de rodillas, postrado en tierra, a gritos, desde la soledad de la Cruz.
Lección para nosotros. Tenemos que ser gente que reza. Que trabaja, porque el trabajo es necesario y es una cosa noble y buena. Pero, que dedica algún tiempo a la oración. A un "Cara a cara con Dios". Cuándo y cómo, cada uno lo sabe.
- Jesús, maestro de oración
"Uno de sus discípulos le dijo: Señor, enséñanos a rezar, como Juan enseñó a sus discípulos". Tan acostumbrados estaban a verlo en oración, arrancándose de ellos para estar solo, incluso rezando toda la noche, que les pareció normal esta petición. Y hoy hace de maestro de oración.
– Nos enseña el Padre Nuestro. Que es una oración, que Él rezaría. Pero sobre todo recoge el espíritu de toda oración cristiana. Dirigirse a Dios como Padre, querer glorificarlo, que se haga su Reino. Que no nos falte ni el pan, ni el espíritu del perdón. Y que nos dé fuerzas para superar el mal.
– Quiere que pidamos con confianza y perseverancia. Y aunque no siempre nos da lo que le pedimos. Siempre nos regalará su Espíritu Santo. Siempre será verdad, que la mejor oración, no es aquella en la que conseguimos lo que pedimos, sino la que nos dispone a aceptar su voluntad.
- ¿Qué es orar?
Todos los cristianos tenemos que ser maestros de oración. Las madres de familia, los catequistas, los sacerdotes... más que nadie tenemos que enseñar a rezar.
Hoy se multiplican los Grupos de Oración, han mejorado mucho las celebraciones litúrgicas y mucha gente ha aprendido a rezar en esa escuela de oración, que tiene que ser toda Comunidad Cristiana. También la Parroquia y los Colegios Cristianos.
Y orar no es decir oraciones, sino entrar en relación íntima con Dios. Para orar hace falta creer en un Dios personal que me conoce y me quiere y no tener miedo a la soledad. Dedicar, cada día, unos minutos, tal vez con el Evangelio en la mano.
Orar es escuchar a Dios, como Samuel: "¡Habla, Señor, que tu siervo escucha!".
Orar es parecerse a Dios. "¡Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad!"
Orar es caer en la cuenta de que Dios me llama por mi nombre y me envía. "¡Id...!"
Orar es abrirse al perdón de Dios. Así empieza la Misa. Eso me da la Penitencia Sacramental.
Orar es desear a Dios. Que me llene. "Mi alma está sedienta de ti, como tierra sedienta, reseca, sin agua". (Sal. 62)
Orar es descubrir a Dios en la naturaleza. "Cuando contemplo el cielo..." (Salmo 8)
Orar es encontrar a Dios en los hermanos. "... a mí me lo hicisteis"
Orar es descubrir la huella de Dios en la vida. Don de ciencia. "Te doy gracias, Padre, porque esto se lo has descubierto a los pequeños..."
Orar es hacer silencio ante Dios. En casa, en la penumbra del Templo, en el campo.
Orar es preguntarme. "Señor, ¿quién eres? ¿Qué quieres que haga?”
Orar es bendecir, aplaudir, agradecer, cantar, recordar las maravillas de Dios.
Orar es respirar el aire de Dios, que me envuelve en un Pentecostés permanente.
Orar es decir: ¡Creo en la Iglesia!
Orar es vivir con la Iglesia toda la Liturgia.
Orar es decir como María: "No tienen vino". O estar como Ella al pie de la cruz de los hombres. O preguntarme ante tantas cosas: "¿Cómo será esto? Y saber que el Espíritu tiene la respuesta.
Orar es amar.
¡Señor, Enséñanos a amar y sabremos rezar!
+ MONS. JOSÉ MARÍA CONGET