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II DOMINGO DE CUARESMA
La Cuaresma camina hacia la meta triunfal de la Pascua. Ese día, con el Espíritu del Resucitado, renovaremos nuestro Bautismo. Afirmaremos nuestra fe en Jesucristo, el Señor y renunciaremos al mal: al pecado y a todas sus seducciones... Naceremos como hombres nuevos, que quieren hacer un mundo nuevo. Y hoy, para animar nuestro camino, el Evangelio nos manifiesta un vislumbre de la gloria del Señor, en la Transfiguración.
Leyendo el Evangelio de San Lucas
"Unos ocho días después". Así empieza Lucas el pasaje. Relaciona la Transfiguración con el acto de fe de Pedro: "Tú eres el Mesías de Dios", y la crisis de los discípulos cuando les anuncio su Muerte y Resurrección. Jesús quiso enriquecer la fe de los suyos.
"Se llevó a Pedro, a Juan y Santiago a lo alto de una montaña para orar". En la Biblia muchas veces Dios se manifiesta en la Montaña. Cercanía de Dios, soledad y oración. Como en este Evangelio. Los tres elegidos habían sido únicos testigos de otros momentos de Jesús: cuando resucitó a la hija de Jairo y en Getsemaní. Sólo los tres, porque había que mantener el misterio de la gloria de Jesús hasta la revelación pascual y tres testigos eran suficientes.
"Mientras oraba... su rostro cambió... sus vestidos brillaban de blancos..." el mundo de Dios, contado con nuestras palabras: blancura, luz, esplendor, asombro. La oración era el mejor momento para esta transformación. San Lucas también habla del Jesús que reza en el Bautismo y en la Cruz.
"Conversaban con Él... Moisés y Elías, que aparecieron con gloria y hablaban de su muerte en Jerusalén". Son dos figuras señeras del A. T. También habían pasado horas difíciles y ahora están glorificados. Sólo Lucas dice el tema de la conversación: su muerte en Jerusalén.
"Pedro y sus compañeros se caían de sueño y espabilándose vieron su gloria". También se dormirían en Getsemaní. En el Tabor despertaron más agradablemente. 'maestro que hermoso es estar aquí. Haremos tres chozas". El propio evangelista dice: "No sabía lo que decía".
"Una nube los cubría... una voz decía... Este es mi Hijo, el escogido, escuchadle". La nube era una señal bíblica de la presencia del Señor (Ex. 40.35). El Padre presenta a su Hijo con palabras de Isaías (42.1). Destaca su misión profética, por eso dice: "Escuchadle". San Lucas termina diciendo que los discípulos se callaron de momento.
Consignas para Cuaresma
- Ante todo Jesucristo. "Este es mi Hijo, el escogido, escuchadle". Es el objetivo primero de la Cuaresma y de siempre. Un Jesucristo creído, conocido, vivido, celebrado, comunicado. Tenemos que estar con el oído bien abierto a toda Palabra del Señor.
- Oración y contemplación. "Los llevó a lo alto de la montaña para orar". La Cuaresma tiene mucho de monte que invita a orar. El ritmo de silencio y oración tiene que marcar este tiempo. Madrugar un poco, la Misa de cada día, el Rosario, una lectura detenida... Cada uno sabe, qué le irá bien en estos días para preparar su Pascua.
- Dios en la calle. "Que hermoso es estar aquí Hagamos tres tiendas. No sabía lo que decía". San Pedro quiso encerrarse en ese momento. No seguir adelante. A Dios no se le encierra en el Templo. Hay que encontrarlo en la vida: en el trabajo, en los hermanos. Hay que llevarlo del Templo a la calle. Mucha gente no pisa la Iglesia. Sólo puede conocerlo en la calle. Necesita muchos testigos como nosotros.
- Fuera la rutina. "Se caían de sueño... Espabilándose vieron la gloria de Dios". Cuaresma, con tantos medios y tanta gracia del Señor es un buen tiempo para renovar la vida cristiana, terminando con todos los gestos rutinarios.
Punto final. "El transformará nuestra condición humilde, según el modelo de su condición gloriosa, con esa energía que posee para sometérselo todo”. San Pablo nos hace hoy esta promesa, que se cumplió a las mil maravillas en la Virgen.
+ MONS. JOSÉ MARÍA CONGET