« PLEGARIA EN EL 2º DOMINGO CUARESMA |
VII DOMINGO ORDINARIO
«TRATAD A LOS DEMÁS, COMO QUERÉIS QUE ELLOS OS TRATEN»
A esta frase del Evangelio de hoy, se le suele llamar "la regla de oro" de la caridad. Todos nosotros estamos más hechos a un amor de reacción, que a un amor creativo. Pagamos con la misma moneda, con que nos tratan. Queremos a quien nos quiere y devolvemos, frecuentemente, el "ojo por ojo".
Jesús nos marca otro camino, con su consigna: "Amaos los unos a los otros, como Yo os he amado". Miramos a Jesús y vemos que su amor es total: con palabras y obras. Absolutamente generoso: nos dio todo lo que tenía, incluida su Madre. Universal: con un corazón abierto a todos. Siempre lleno de misericordia. Es lo que llamamos un amor nuevo: pone amor donde no hay amor. Va siempre por delante.
La página de hoy es una maravilla
Original, desconcertante, difícil. Si fuéramos capaces de convertirla en la ética de nuestra convivencia, el mundo sería tan distinto, que las guerras, la violencia, la venganza desaparecería de la convivencia. Y cuántas tristezas nos ahorraríamos los hombres.
Podemos decir que, el amor de Jesús, también, es de reacción, pero a la contra: "vencer el mal con el bien" (Cf. Rom.12.21)
"Amad a vuestros enemigos", dice Jesús. Nosotros decimos: hay que negarles el pan y la sal.
"Haced el bien a los que os odian". Nosotros preferimos, no saber nada de ellos.
"Bendecid a los que os maldicen". Nosotros los cargamos de improperios.
"Orad por los que os injurian". Nosotros nos defendemos llevándolos a los Tribunales.
Todo el mandato del amor en el Evangelio está en la línea del amor más generoso. No ya el ciento por uno, sino el mil por menos uno. Y del perdón más radical: devolver siempre bien por mal.
Por eso, el Evangelio de hoy sigue en la línea de invitarnos a una abundancia de gestos generosos: "Al que te pegue en la mejilla, ponle la otra... Al que te quite la capa, déjale la túnica. A quien te pide, dále. Al que se lleve lo tuyo, no se lo reclames". Jesús nos invita a un corazón nuevo, que unos lo llaman el del tonto y otros el del primo. Pero en el que siempre prevalece el amor, que es el corazón del cristiano.
¿Quién ha cumplido ésta página?
Desde luego hubo uno, que vale por todos, que nos enseña esta línea de conducta y nos deja su gracia para que la consigamos. Y este Jesús ha creado Escuela. Desde San Esteban, que muere apedreado, diciendo: "Señor no les tengas en cuenta este pecado", hasta mucha gente de nuestra cercanía, que vive en la generosidad del amor y del perdón.
Y este programa de vida nuevo, exigente, llamativo, encuentra muchas derrotas entre los seguidores de Jesús, hermanos que no se hablan, que alimentan odio, que se vengan, que perdonan pero guardan, que cierran su corazón y no dan, etc. porque todos llevamos el YO bien puesto y el hombre viejo surge con fuerza. Pero lo cristiano es este ideal de cari- dad y trabajar por alcanzarlo, volviendo a empezar si caemos.
Entre los que nos llamamos cristianos, hay mucha gente que trabajamos por parecernos un poco a Jesús, que vivió en ese amor grande y perdonador.
Se puede vivir así
Dios no manda imposibles. Si Él ha programado así la vida creyente, es porque se puede. Y eso no será fruto de un ejercicio de voluntad, de un florecer espontáneo de generosidad. Ser cristiano así es una manifestación de la Gracia de Dios. Y el camino es claro:
– Proponérmelo seriamente y renovar el deseo con Lectura frecuente del Evangelio y la oración.
– Abrirme a la gracia de Dios en los sacramentos: Eucaristía, Confesión, etc...
– Convencerme que esta página es un capítulo más del Evangelio, de un ideal de vida que dice: El cristiano es un hombre o una mujer de Cristo.
– Que nos ayude Santa María, la Madre de Cristo.
+MONS. JOSÉ MARÍA CONGET