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XXV DOMINGO ORDINARIO
Las palabras de Isaías: "Mis planes no son vuestros planes, nuestros caminos no son mis caminos", nos ayudan a entender el Evangelio de hoy.
Imaginamos a Dios, infinitamente mejor que nosotros, pero parecido a nosotros, en cálculos, reacciones, etc.
Y hoy comprendemos que Dios es muy distinto. Como dicen los teólogos: "Totalmente otro".
LA PARÁBOLA DEL AMO BONDADOSO
Así la podemos llamar. Se trata de un propietario, que busca gente que trabaje en su viña. Y sale a la plaza a distintas horas del día: a las 7 de la mañana, a las 10, 12.
También a la tarde: a las 3, a las 5, al anochecer. Y contrata a todo el que quiere trabajar. Con los primeros fija el jornal: un denario, que era un buen jornal. A los otros les promete su recompensa.
La sorpresa y la protesta llegó cuando los primeros, que fueron los últimos en cobrar, recibieron su denario. No más, que lo que habían cobrado los otros trabajadores.
Y cuando crece el descontento de los primeros argumenta el amo:
¿Por qué os enfadáis? Os he pagado lo convenido. Es cosa mía si a los últimos les quiero pagar como a vosotros.
– Y este comportamiento nos parece extraño a los lectores del Evangelio hoy, porque tenemos una mentalidad de justicia social o conmutativa. Así tiene que ser en los cálculos del mundo. A tanto la hora. A más trabajo, más salario. Y se acabó la hora de los paternalismos caprichosos. La vida es un contrato. Doy y me dan. Y pensamos, que Dios tiene que funcionar así.
LAS ENSEÑANZAS DE LA PARÁBOLA
- Trabajar por el Reino de Dios. La viña, como lugar de trabajo, evocaba siempre el Reino de Dios. Y ahora cuando el Señor nos invita a trabajar, lo mismo en nuestra intimidad, (crecer en santidad, ser contemplativos), como en la colaboración eclesial o en el compromiso social para que el mundo sea mejor, lo compara con el cuidado de la viña. Necesita el buen tempero y la mano experta del hombre. Gracia de Dios y empeño humano.
- Dios llama a todos. Aquí aparece un elemento distinto. En el trabajo de hoy fácilmente se jubila a la gente. Se precisa gente joven y ex- perta. La llamada es siempre utilitaria. El trabajo se mide por el rendimiento.
En el trabajo por Jesús y su Reino, Dios llama a todos y son buenas para trabajar todas las horas.
Y siempre es hora óptima para empezar. Muchos tendremos que oír la llamada en esta hora de vida avanzada. Vamos teniendo años y es pobre nuestra hoja de servicios. Ojalá "nos encontremos" con el que sale a la plaza a contratar trabajadores. En la Iglesia hay movimientos apostólicos, para la gente joven y la adulta y también, hay movimientos para los cristianos de "vida ascendente".
- Dios paga generosamente. Si lo hiciera conforme a nuestros merecimientos: ¡pobres de nosotros!
Aquí, el que puede cambia de trabajo, si puede ganar un sueldo mejor.
En el trabajo de la viña de Dios, uno sabe que trabaja para el mejor de los amos, que siempre paga con generosidad, porque le puede la misericordia.
No trabajamos por tener derechos ante Dios. Ni los merecemos, ni los necesitamos.
Trabajamos de balde y Él nos abruma con generosidad. Él es siempre derrochón, porque le puede el amor. Y ojalá nos sintamos gente pobre y pequeña, que nada merece. "Los últimos serán los primeros". "Todo es gracia". Y nuestro Dios el Dios gratuito.
Moraleja. Merece la pena oír la invitación de Jesús y comprometernos en el trabajo. Tendremos aquí el denario de la felicidad y allí la sorpresa del cielo.
Así le pasó a María. Se sentía la última, la pequeña y el Señor la colmó de bienes.
+ MONS. JOSÉ MARÍA CONGET