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2º DOMINGO TIEMPO ORDINARIO
Pasados los días de Navidad y Epifanía, se abre este tiempo que llamamos ORDINARIO, con este episodio tan conocido de las Bodas de Caná. Y solemos hacer de este Evangelio una doble lectura: la de la historia de lo que allí pasó y la de la realidad misteriosa, que encierra esta boda.
Una boda de pueblo.
Por si alguno piensa que Jesús es un aguafiestas, un predicador aburrido al que sólo le preocupa el más allá, es bueno leer este pasaje.
Jesús, el Señor, que había venido a este mundo a cosas tan importantes como anunciar el Reino de Dios y dar la vida por nosotros, comienza su actividad en una boda y haciendo un milagro, para que no les falte el vino y siga la fiesta.
En una boda judía no era anormal esta imprevisión. Las bodas solían durar varios días y los comensales eran imprevisibles. Todos los amigos se sentían invitados.
Por eso les faltó el vino y antes de que los novios se pusieran nerviosos, allá estaba la Virgen para darse cuenta del problema y arrancarle a Jesús un milagro, que llenó a todos de alegría.
¿Qué lecciones nos da este Evangelio?
– Que es tan grande ese misterio del amor y del matrimonio a los ojos de Dios, que Juan abre su Evangelio, presentándonos a Jesús en una boda.
– Que es muy importante que los novios inviten a Jesús a su boda y no sólo a su celebración, recibiendo el Sacramento, sino a lo largo de toda la vida. El matrimonio es para siempre y en felicidad. Lo que supone un esfuerzo permanente y un amor renovado, día a día. Y Jesús es el mejor aliado.
– Que en aquella boda fue maravillosa la presencia de María. Echó una mano decisiva. Este es siempre el papel de María en la vida. Ayudar- nos a encontrar a Jesús, fuente de toda la alegría.
– Jesús hizo el milagro. Cambió la tristeza en gozo, preocupación en serenidad. Nunca nos irá mal con Jesús.
"En Caná de Galilea Jesús comenzó sus signos..." Y desde entonces no ha dejado de bendecir a todos que se confían en Él.
Las Bodas de Dios con su Pueblo.
Son muchos los estudiosos de la Biblia, que piensan que San Juan inicia su Evangelio con este relato, para introducir el tema de la Nueva Alianza, que realizará Jesús con su Muerte y Resurrección.
En el Antiguo Testamento, las relaciones de amor de Dios con su Pueblo se explicaban como Alianza. Yavé era el Esposo y el Pueblo elegido la Esposa. Lo leemos hoy en la Epístola de Isaías: "Como un joven se casa con su novia, así te desposa el que te construyó; la alegría que encuentra el marido con su esposa, la encontrará tu Dios contigo".
Esta boda de Caná simbolizan estos desposorios. Jesús es invitado a las Bodas con su Pueblo. Serán bodas de sangre. Con su muerte y Resurrección, podrá presentarle al Padre la Iglesia como una novia hermosa, sin mancha y sin arruga. (Efe. 5.25.28).
Y hoy en el simbolismo de esta Boda en Caná, María le dice al Señor, mirándonos a nosotros: "No tienen vino". Nos faltaba el vino de todas las riquezas de Dios. Vivíamos en la esperanza el A. T.
Jesús, que hará el milagro del vino abundante en aquella fiesta, le hace entender que su Hora, será la de la Pascua. Entonces sí que derramará su gracia sobre todos nosotros. Y su gracia, –todos los dones del Resucitado–, embellecerán nuestra vida y nos colmarán de alegría.
Y esa gracia de Jesús está simbolizada en el vino. (El vino era en el Antiguo Testamento el signo de todas las bendiciones de Dios. (Is.25.6).
Un vino como el de esta Boda: de la mejor solera, abundante y gratuito.
¡Santa María, gracias! El milagro era de tu Hijo, pero fue tuya la súplica. ¡Que así sea, también, con nosotros!
+MONS JOSÉ MARÍA CONGET