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XXIII DOMINGO ORDINARIO
Esto nos dice hoy San Pablo, hablando del amor que debemos a los otros. El amor cristiano no es corresponder al amor que nos brinden los demás. Es ser testigos, con toda nuestra vida, del amor que nos tiene Jesús. Nunca saldaremos esa deuda, porque su amor es infinito. Y este Evangelio nos enseña a vivir con amor en la Comunidad.
Discurso de la fraternidad
El pasaje que leemos, sobre la corrección fraterna, pertenece al tercer discurso de San Mateo, en que nos habla de nuestro comportamiento comunitario. Es una palabra dirigida, preferentemente, a los cristianos, que se han de sentir miembros activos de la comunidad, llámese Parroquia, Grupo...
a) Somos una comunidad
Esta conciencia debe ir creciendo. Es muy corriente sentirnos islas, personas que no se sienten vinculadas a los otros.
El grito de Caín: "¿Acaso soy yo guardián de mi hermano?", tiene mucha vigencia. El mundo nos hace individualistas, independientes, totalmente despreocupados de los otros.
Hay muchos cristianos que te dicen, que no necesitan de la Iglesia, porque tienen hilo directo con Dios. Han olvidado que el cristianismo, los otros, la Comunidad, es un elemento esencial. Sin Iglesia, sin los otros no hay Jesús para mí. "Donde dos o tres están reunidos en mi nombre, allí estoy yo, en medio de ellos"... "Lo que atéis en la tierra, quedará atado en el cielo".
El Bautismo nos hace entrar en comunidad. La fe nos viene por la comunidad, el perdón nos viene por los hermanos, -"a quienes les perdonéis les quedan perdonados". Sabemos que pertenecemos a la "comunión de los santos". Nuestra vida ayuda o estorba. Paúl Claudel lo decía bellamente: "El día que tú no ardas, otros se morirán de frío".
Hoy describimos a la Iglesia como un "Misterio de comunión misionera".
– Como la Misa es el gran momento de la comunión fraterna, este domingo siéntete comunidad. Fíjate en la gente, estrecha cordialmente la mano, canta, reza, comulga... eres hermano de todos. Perteneces a la Co- munidad de Jesús.
b) Buenos y malos
La Historia de la Iglesia nos dice, que en todas las épocas ha habido cristianos que soñaban en una Iglesia de los perfectos. Desde los cátaros del viejo tiempo, hasta las comunidades tan cerradas, que no admiten más que a los que ellos consideran café–café.
Sin embargo la comunidad que describe el Evangelio admite la cizaña junto al trigo y en la misma red están los peces buenos y malos.
No nos tiene que escandalizar que haya cristianos poco ejemplares.
La gente se pregunta: ¿Es que los cristianos son mejores que los otros? Por lo menos son gente que tiene que caer en la cuenta de sus miserias. Y si funcionan bien, cada Domingo, se miran en el espejo del Evangelio y frecuentemente piden perdón por sus pecados... y vuelven a empezar.
Dicen que a Santa Teresa, le quisieron murmurar de algunos miembros de la Iglesia. Y ella les dijo, con gracejo: "Seamos Vd. y yo mejores y Dios tendrá dos pillos menos que cuidar".
– Esta semana en la Misa, caeremos en la cuenta de una oración que prepara el gesto de la paz: "No tengas en cuenta nuestros pecados, sino la fe de tu Iglesia". En la Iglesia hay mucho lastre, que tira hacia abajo y muchas alas que tiran hacia arriba. Importa que yo no sea lastre y empuje con mi vida, como las gaviotas, hacia la altura.
c) Corrección fraterna
Y en este clima comunitario el Evangelio nos invita a ayudar a los hermanos. Jesús no nos quiere fiscalizadores de nadie, dedos que apuntan el mal. Pero sí hermanos que ayudan, haciendo caer en la cuenta. "Si tu hermano peca, repréndelo... Si no te hace caso llama a otro o a otros dos... Si no hace caso, díselo a la Comunidad.”
Esta caridad de corregir a los hermanos se tiene que hacer con amor, con delicadeza, notándose que nos duele, que no nos sentimos mejores que nadie.
Quien quiere vivir este consejo de Jesús, está lejos de aquellos que "hacen leña del árbol caído". Quieren ayudar a que el hermano no caiga y si ha caído quieren ayudar a que se levante.
Amando así, correspondemos a la deuda del amor, que Jesús nos tiene.
+ MONS JOSÉ MARÍA CONGET