« PLEGARIA EN EL 2º DOMINGO CUARESMA |
XVIII DOMINGO ORDINARIO
Jesús está subiendo a Jerusalén, con la vista puesta en la Cruz y la Pascua. El evangelista S. Lucas nos indica cómo debe ser nuestro camino tras las huellas de Jesús. El domingo pasado nos hablaba de la oración y hoy nos comunica el desapego que hemos de tener de las riquezas. Quizás podamos pensar que el evangelista es un “aguafiestas” en estos tiempos de crisis, pero nos advierte de los riesgos y peligros de la riqueza.
Jesús es buen pedagogo
El retrato que hace Jesús del rico insensato es de gran actualidad hoy. Es breve, conciso, vivo y muy claro. La lección que se nos quiere trasmitir es de una profunda actualidad: nos invita al desapego del dinero. La razón es evidente, ya que el dinero es un medio para la vida, pero nunca un fin ni tampoco un valor absoluto ni humana ni cristianamente.
Jesús no desprecia los bienes de la tierra, pero nos advierte del riesgo de dejarnos esclavizar por ellos. Quiere que trabajemos, que sepamos descansar, pero no quiere que hagamos del dinero un dios prioritario en nuestra vida, ya que hay cosas más importantes, incluso en lo humano.
Si Jesús llamó necio o insensato al rico, no es porque fuera rico, o porque hubiera trabajado por su familia o bienestar, sino porque había programado su vida prescindiendo de Dios y del prójimo.
El discernimiento camino de felicidad
Los hombres tenemos una capacidad de discernimiento que debemos usarla de forma permanente, con el fin de ir descubriendo los cauces y caminos de felicidad a los cuales estamos destinados. Por eso necesitamos distinguir los valores importantes de los que no lo son. El dinero tiene una función, pero por encima del dinero está la amistad, la familia, la paz interior, el sano disfrute de la vida, la ayuda a los demás. Hay que tener tiempo para sonreír, para “perder el tiempo” con la familia.
Hay otros valores trascendentes de cara a Dios, que S. Pablo llama: “los bienes de arriba”, que son de una mayor calidad vivencial y que plenifican con más fuerza nuestro ser humano dando sentido a la totalidad de nuestro ser: La escucha de la Palabra, los sacramentos, la vida comunitaria, la atención al hermano necesitado, el testimonio. Todo esto nos enriquece ante Dios.
Pablo en este camino de discernimiento nos ayuda a descubrir cómo debe ser nuestra fidelidad al Señor y así nos dice: “aspirad a los bienes de arriba, no a los de la tierra…, despojaos de la vieja condición humana y revestíos de la nueva condición”. Esa vieja condición está enmarcada en todas las esclavitudes terrenas, como pueden ser la avaricia, la codicia…todo lo que se concreta en una forma de idolatría.
Lo principal es ser rico delante de Dios
Todo lo creado por Dios son medios para que cada uno de nosotros descubramos y vivamos en felicidad y para que nos acerquen a nuestro fin: ser ricos delante de Dios y ante los hombres. Ser ricos en agradecimiento por la vida, ser ricos en alegría que emana del corazón y del bien hacer ante nuestro prójimo, ser ricos en respetar y dialogar con aquellas personas que no piensan como nosotros, pero aun así somos capaces de colaborar con ellas en hacer un mundo más solidario y justo. Ser rico abriendo nuestro corazón a Dios para que Él, con la fuerza del Espíritu Santo, nos haga fieles administradores de los bienes que nos ha dado y seamos personas que hagamos un mundo mejor distribuido, amando a nuestra casa que es la tierra y sabiendo utilizar los bienes a favor de los demás.
Todos tenemos una tarea que realizar: la de vivir como Cristo vivió, la de aspirar a los auténticos valores. Ahí sí que tenemos un reto y una meta en nuestra vida cristiana. El que así vive, nunca podrá decir que todo es vaciedad y sólo vaciedad sino que sentirá en su interior que merece la pena luchar y afanarse por buscar los valores que dan sentido a la persona.
La parábola concluye con una sentencia: “Así le sucede a quien atesora para sí en lugar de hacerse rico ante Dios”. Jesús rechaza la acumulación de bienes para sí, porque esa actitud esclaviza a las personas, aleja del amor generoso y desprendido de Dios y rompe la fraternidad con los hermanos.
Que descubramos en María la felicidad, sabiendo que ella fue generosa con los muchos dones que el Padre Dios le concedió y los supo poner al servicio de los demás.
MONS JOSÉ MARÍA CONGET