« PLEGARIA EN EL 2º DOMINGO CUARESMA |
HOMILÍA
Nos acaban de ser proclamadas las lecturas propias del quinto domingo de cuaresma, el último de este tiempo, antes de comenzar la Semana Santa. Y las hemos escuchado en vísperas de celebrar la fiesta de la anunciación del ángel a María y de conmemorar la Encarnación del Hijo de Dios que, todos los años, celebramos el día 25 pero que este, al coincidir en domingo, su festividad se traslada al día siguiente. Mañana celebraremos también el llamado “día de la vida” con ese lema que ya conocemos por los carteles que están puestos en las puertas de las Iglesias: “Ama la Vida, toda la Vida”. El 25 de marzo es el comienzo de un proceso de nueve meses que terminará el 25 de Diciembre, con la celebración del nacimiento de Jesús.
La primera lectura la hemos tomado del profeta Jeremías. Sus palabras nos viene muy bien escucharlas en este tiempo cuaresmal porque nos hablan de una alianza nueva entre Dios y cada uno de nosotros. Una alianza que no está escrita en documentos o papeles oficiales sino en el corazón, en ese rincón íntimo y personal que todos tenemos. Una alianza que incluye el perdón y el olvido de los pecados. Hagamos un esfuerzo por buscar al Señor en estos pocos días que nos quedan. Dediquemos tiempo a la oración, meditemos en esa Palabra de Dios que se nos propone cada día, confesemos nuestros pecados en el sacramento del perdón, acerquémonos a la eucaristía, hagamos las paces con todos, dejemos que el Señor habite en nuestro corazón.
La segunda lectura la hemos tomado de la carta a los Hebreos. Nos ha hablado de un Jesús profundamente humano, sensible al dolor y al sufrimiento, conocedor de las lágrimas, que se dirige con angustia al Padre, que puede salvarlo de la muerte, pero que aprende, sufriendo, a obedecer. La vida, la pasión y la muerte de Cristo nos hablan de salvación y de vida para todos. Miremos con agradecimiento al Cristo clavado en la cruz y agarrémonos a ella, con fuerza, cuando lleguen nuestros propios viernes santos particulares, sabiendo siempre que, tras la muerte, está la resurrección y la vida para todos.
El relato del evangelio de San Juan recoge dos frases que es bueno que nosotros no olvidemos. Una de ellas dice: “Queremos ver a Jesús”. Fue pronunciada por unos extranjeros que, al parecer, habían oído hablar de él. Pero es una frase que ¡ojala! todos la hagamos nuestra. La otra frase es del propio Jesús y habla de la necesidad de que el grano de trigo caiga en tierra y muera para que dé fruto. Ese grano de trigo es un símbolo del Cristo que es sepultado en el seno de la tierra para salir de ella convertido en una espiga granada, es decir, resucitado, lleno de vida. Dispongámonos a celebrar y a vivir con intensidad los días grandes de la ya próxima Semana Santa.