Categoría: "HOMILIAS"
HOMILÍA
Hace unos pocos días, todos fuimos invitados a recordar a los santos que en el cielo están y a rezar por aquellos familiares y amigos nuestros que un día fueron llamados a la casa del Padre. Las lecturas de este domingo, treinta y dos del tiempo ordinario, parecen insistir en la idea de que, tras la muerte, está la vida, está la felicidad, está el premio o la recompensa para todos aquellos que amaron a sus semejantes, que hicieron el bien, que vivieron como hijos de Dios y hermanos de todos los seres humanos. La idea de la resurrección, de la inmortalidad es el mensaje que nos trae hoy la Palabra de Dios.
HOMILÍA
En víspera de la festividad de Todos los Santos y de la Conmemoración de los Fieles Difuntos, celebramos la eucaristía de este domingo treinta y uno del tiempo ordinario. Un domingo que llega a nuestras vidas y a nuestras personas con un mensaje del Padre Dios para cada uno de nosotros. Recordemos lo que acabamos de escuchar y preguntémonos por los caminos que estamos llamados a recorrer, por las actitudes y los comportamientos que debemos asumir.
HOMILÍA
“Sal de tu tierra” es el lema de la Jornada del Domund de este año. En todos los rincones del mundo hay misioneros y misioneras, cristianos valientes que están anunciando el mensaje del Evangelio y suscitando en el corazón de muchos un deseo de ver y de conocer a Jesús. Y, junto a ello, están haciendo posible también el desarrollo de muchas gentes, de muchos pueblos. Hoy, en todas las Parroquias, tiene lugar una Colecta que hará posible que ese anuncio del evangelio siga teniendo lugar y que el progreso y el desarrollo continúen también. En este día hemos escuchado una Palabra de Dios sobre la que ahora estamos llamados a reflexionar.
HOMILÍA
“Toda Escritura, toda Palabra de Dios, hemos escuchado hoy en la segunda lectura, es útil para enseñar, para argüir, para corregir, para educar en la justicia.” Y toda Escritura, toda Palabra de Dios, podríamos decir nosotros, es útil, para aprender a orar, para recordar que Dios es un Padre que nos espera todos los días para tener una “charrada” con nosotros, para que le contemos nuestros problemas, para que le pidamos tantas cosas como necesitamos, para que le demos gracias o, simplemente, para que estemos con Él sin palabras, sin prisas, sintiendo el gozo de estar juntos. Hoy, la Palabra de Dios, nos invita a redescubrir el sabor de la plegaria. Busquemos tiempo y lugar para estar a solas con el Padre Dios, para hablarle y escucharle.
HOMILÍA
Toda Eucaristía, ya lo sabemos, es una acción de gracias. Es lo que significa precisamente esa palabra. Venimos a ella para agradecer a Dios el don de la vida y de la fe, el pertenecer a la Iglesia, el regalo de los sacramentos, la familia, los amigos, un vaso de agua fresca, el trabajo, el pan de la mesa, el poder respirar, ver a las personas que amamos y a las que pensamos que no nos quieren pero nos ayudan a crecer. Damos gracias por la oportunidad de ayudar a los necesitados. Es bueno que los cristianos recordemos que la eucaristía nos da la oportunidad de sentirnos agradecidos. Hoy, además, hasta la Palabra de Dios que acabamos de escuchar, nos ha hablado de la necesidad de mostrar gratitud al Señor y al prójimo.