Categoría: "EVANGELIO COMENTARIOS"
2º DOMINGO DE CUARESMA
Privilegiados fueron en aquella ocasión Pedro, Santiago y Juan; testigos de un acontecimiento que más tarde recordarían y entenderían como una manifestación divina: la Transfiguración.
Esa experiencia de la transfiguración seguramente marcó la vivencia de los testigos; pero no podían contarlo a los demás hasta que no llegaran al culmen de la muerte y la resurrección de Cristo.
Elías y Moisés, representantes de los Profetas y de la Ley; y en medio Jesús, centro de la historia de la salvación y aquél que da sentido a la Palabra de Dios. Todo el Antiguo Testamento había anunciado la venida de un Mesías, de un salvador que reinaría y que implantaría el Reino de Dios. Ahora se había hecho carne, se había manifestado al pueblo y en aquél monte se estaba mostrando como tal.
PRIMER DOMINGO DE CUARESMA
El desierto es un camino que lleva a una meta mayor. Cuarenta años de peregrinación por el desierto habían habituado a Israel a "caminar con Dios". Pero caminar significaba llevar continuamente consigo, sin dejarlo atrás, el objeto de la propia esperanza, creer que uno es conducido hacia un país feliz y que todos los caminos de Dios, por sinuosos que sean, conducen a El.
La primera evidencia que se desprende de la Biblia es que el desierto, como lugar geográfico y como postura de separación de la sociedad humana, no puede considerarse como una condición permanente. Tampoco lo podía ser para Jesús, que pasó allí esos cuarenta días, recordando los cuarenta años de peregrinación por el desierto de su pueblo.
DOMINGO VI TIEMPO ORDINARIO
La lectura continuada del evangelio de Marcos nos ayuda a ir descubriendo progresivamente la figura del Mesías, y cómo Él se muestra con gestos y palabras como el verdadero Ungido para ser salvador de la humanidad. Resulta llamativo ver la cantidad de milagros que refleja el evangelio, pero sobre todo los que se refieren a las personas más necesitadas.
Hoy se trata de un leproso; en aquel tiempo la lepra era una enfermedad que no tenía cura (podríamos decir que actualmente en algunos países tampoco tiene cura, o no queremos que se pueda curar, porque medios habría en el planeta). Los leprosos estaban expulsados del pueblo, echados a los bordes del camino, marginados de la sociedad y mirados sin compasión.
V DOMINGO TIEMPO ORDINARIO
A Jesús se le va creando una fama de sanador, y ¡bien ganada la tenía después de lo que había hecho! Curaba enfermos, expulsaba demonios, hablaba con autoridad… Una fama que le precedía allá donde iba. Después de haber anunciado el Reino de Dios en la sinagoga, continúa su camino con Santiago y Juan. Entrando en la casa, se encuentra enferma a la suegra de Simón.
Sin embargo resulta llamativo cómo hay alguien que intercede por ella; “se lo dijeron a Jesús”; como si fuera necesario que alguien se acercara al Mesías para pedirle que curara su enfermedad. Y así lo hizo; tal y como se lo habían pedido, tal y como le habían intercedido, tomó de la mano a aquella mujer y se le pasó la fiebre.
4º DOMINGO TIEMPO ORDINARIO
La buena noticia que predicaba Jesús se extendía a todo el ambiente judío; y ¡qué lugar mejor para explicarla y proclamarla que en la sinagoga, lugar de encuentro y de experiencias religiosas! Sus palabras se diferenciaban de los demás rabinos; Cristo hablaba con autoridad, no como los maestros de la Ley. Había algo especial en su mensaje, en su manera de proclamarlo; lo hacía con legitimidad, con facultades; sus palabras eran dignas de crédito. Y así lo afirmaban los que le escuchaban.
Frente a sus palabras y a la autoridad que manifestaban, los gritos de los demonios que también conocían a Jesús. “Sé que eres el Santo de Dios”. Jesús le ordena silencio, que se callara. No había lugar para las palabras cuando estaba hablando Él. Dos polos opuestos en un mismo lugar: las palabras que pronunciaba Jesús con autoridad y el silencio impuesto por el Cristo a aquél espíritu inmundo.