Categoría: "EVANGELIO COMENTARIOS"
DOMINGO DE RAMOS
Comienza la SEMANA SANTA y los que nos sentimos discípulos de Jesús queremos vivir, día a día, los pasos del Señor que camina de la Cruz a la Luz.
Queremos hacer nuestros deseos, con los que San Pablo inicia la Epístola de hoy: "Tened entre vosotros los sentimientos de una vida en Cristo Jesús" (Fil. 2.5). Sentir con Jesús, identificarnos con Él, entrar en lo más íntimo de su vida. Viéndolo con estos ojos de fe, podemos decir con el mismo San Pablo: "Me amó y se entregó a la muerte por mí" (Gal. 2.20)
V DOMINGO DE CUARESMA
Nos acercamos a la Pascua. Nos hemos visto tentados como Jesús, con la esperanza de ser como Él transfigurados. Nos hemos visto reflejados en la higuera que no da fruto, aunque bien abonados por Dios y como nuevos hijos pródigos recibíamos el abrazo del Padre, hace una semana.
Y hoy, de nuevo, nos encontramos con un Jesús perdonador, que nos llama a vivir en su amistad, lejos del pecado.
IV DOMINGO DE CUARESMA
PARÁBOLA DEL MEJOR DE LOS PADRES
Así podíamos llamar a esta parábola. La llamamos del Hijo Pródigo, porque el joven protagonista fue un despilfarrador. Pero lo que sorprende es que este hijo, que llenó de tristeza el corazón de su padre, se lo hubiera encontrado a la vuelta, con esa actitud de generoso perdón. A través de la historia cristiana, a infinita gente este relato le ha llenado de esperanza y le ha abierto los ojos de la confianza en Dios.
III DOMINGO DE CUARESMA
La Cuaresma va adelante. Cada Domingo decimos en el Prefacio, que queremos avanzar hacia la Pascua, "dedicados con mayor entrega a la alabanza divina y al amor fraterno, para ser en plenitud hijos de Dios".
Y el Evangelio de hoy nos compara con una higuera, que no daba fruto, pero se encontró con la paciencia del viñador. Y dos veces oímos la invitación del Señor a que nos convirtamos. Rezaremos con el Profeta: "Conviérteme y quedaré convertido" (Jer. 31.18).
II DOMINGO DE CUARESMA
La Cuaresma camina hacia la meta triunfal de la Pascua. Ese día, con el Espíritu del Resucitado, renovaremos nuestro Bautismo. Afirmaremos nuestra fe en Jesucristo, el Señor y renunciaremos al mal: al pecado y a todas sus seducciones... Naceremos como hombres nuevos, que quieren hacer un mundo nuevo. Y hoy, para animar nuestro camino, el Evangelio nos manifiesta un vislumbre de la gloria del Señor, en la Transfiguración.